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La meditación y el proceso terapéutico. Reflexiones

Efectos de la práctica de la meditación sobre el proceso terapéutico

Actualmente hay un auge en el uso de la meditación en muchas de las corrientes terapéuticas en Occidente. Incluso hay nuevas formas de terapia que enfocan el proceso terapéutico específicamente en torno a la meditación. Por ejemplo la “Terapia cognitiva basada en mindfulness” (Mindfulness based cognitive therapy). También en las corrientes terapéuticas más cercanas a los autores como la Gestalt y en la Biogestalt. En estas se pone especial énfasis en la práctica de la meditación. Por ejemplo, el Dr. Antonio Asín llama a la meditación “La terapia por excelencia”.

Y hay innumerables tipos de meditación. De hecho se dice que el Buda enseñó 84,000 métodos diferentes. Básicamente se pueden clasificar en dos tipos. La meditación shamatha (morar en calma) y la meditación vipashyana (visión clara). En los últimos 20 años se ha estado investigando la meditación, especialmente la meditación shamatha, en universidades de todo el mundo, y se ha demostrado el efecto positivo que tiene sobre el cerebro y sobre la percepción de la realidad.

 

Entonces, ¿qué efecto tiene la meditación en el proceso terapéutico?

Para explicar esto podemos empezar por uno de los principios básicos de la meditación, que es el cultivar la atención. El aumentar la capacidad de atención de la persona, reduciendo la tendencia a la distracción, tiene ventajas obvias para el proceso terapéutico. Por ejemplo, el eje central de la terapia es la auto-observación, la observación de lo que me está sucediendo, cómo me siento, que pensamientos surgen en mi mente. También se enfatiza la reflexión, el análisis. En ambos casos, la introspección aumenta de calidad cuando la persona tiene la capacidad de permanecer atento de forma continua, permitiendo un trabajo mucho más revelador que el que se consigue si la persona tiene más tendencia a distraerse de sus procesos internos.

 

La consciencia vigilante

En segundo lugar, otro aspecto de la meditación es lo que se llama “la consciencia vigilante”. Esto hace referencia a una cualidad supervisora de la mente, algo así como una visión panorámica de los procesos y contenidos mentales. La consecuencia de cultivar la consciencia vigilante es que a pesar de que surjan pensamientos o emociones, éstos no nos distraen, sino que podemos seguir estando presentes ante los pensamientos y emociones que surgen. Esto también tiene una importancia vital para el proceso terapéutico porque la persona logra mantener una visión panorámica de su mundo externo y su mundo interno simultáneamente. El poder mantener la atención en lo externo y lo interno a la vez permite una comprensión de la relación causa y efecto entre estímulo externo y la reacción interna, ¿Cómo estoy respondiendo yo ante el mundo que percibo? Esto es un elemento crucial del proceso terapéutico.

 

Espaciosidad, o el espacio mental

Y en tercer lugar, otra cualidad que se cultiva en la meditación es la espaciosidad, o el espacio mental. Esta cualidad quizás es la más difícil de explicar. A grandes rasgos está relacionada con una actitud mental en la que uno no se aferra a los pensamientos y emociones que surgen durante la práctica, se cultiva la actitud de no-juicio, se le da permiso a que los pensamientos surjan y se disuelvan, sin nosotros aferrarnos a ellos y por lo tanto tampoco nos aferramos a las historias que puedan traer consigo. El resultado de esto es que nos volvemos menos reactivos ante los contenidos mentales, hay menos mecanicidad, logramos poder observar sin dejarnos llevar, o distraer y de esta forma podemos profundizar más. Además, en la vida cotidiana esto nos permite tener más tiempo para decidir cómo actuar. Esta reducción de la automaticidad de reacción ante los contenidos mentales es importantísimo a la hora de aprender a lidiar con nuestros pensamientos y emociones.

 

Conclusiones

Esto ha sido una pequeña introducción a los efectos de la meditación sobre el proceso terapéutico. También es importante recordar que la meditación, si bien puede ser un apoyo, no es un sustituto para la persona que está en proceso terapéutico. Lo que sí podemos afirmar
es que la meditación es un camino corto para llegar a uno mismo, a un estado de bienestar, alegría y serenidad, aunque claro está que no siempre es fácil, requiere de paciencia y de perseverancia. En cualquier caso, tal como dice el maestro Sogyal Rimpoché: “El regalo de
aprender a meditar es el mayor regalo que te puedas dar en esta vida.”

Remedios García Lorente – Psicóloga General Sanitaria y Terapeuta Gestalt
Miguel Oramas Thurstun – Terapeuta Biogestalt, Instructor de Meditación, Biólogo y Sociólogo

migueloramas.wordpress.com

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